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Antes de la universidad, pensé que el ser gay se me iría. Pensé que si rezaba y me esforzaba por no pensar en ello, se iría. Cuando llegué a mi primer año de universidad, empecé a dudar de ello. Se hizo real para mí que yo era gay, y una vez que me di cuenta, mi vida emocional comenzó a salirse de control. Empecé a odiarme. Realmente me odié a mí mismo. Afortunadamente nunca fui suicida, pero sentía un terrible dolor emocional. Lo más difícil era que no tenía nadie con quien hablar porque tenía terror a la reacción de la gente. Debido a que la homosexualidad siempre fue retratada como algo con lo que los cristianos están en contra, no me atreví a contarle a nadie acerca de mi atracción, porque pensé que esto haría que la gente se pusiera en contra de mí.

Cuando no hay sutilezas en nuestra retórica sobre la homosexualidad, la Iglesia* corre el riesgo de excluir implícitamente a las personas homosexuales, haciendo que los que son como yo sintamos que no pertenecemos. Cuando el único mensaje de la Iglesia sobre la homosexualidad se refiere a discusiones teológicas, a lo malo de ser gay, a estar en contra del matrimonio entre homosexuales, los que son como yo sentimos que no somos parte. No me sentía incluido en la comunidad cristiana, porque tenía terror de que si alguien sabía que me gustaban los chicos, (1) pensaran que entonces yo no era cristiano, y (2) no iban a querer ni acercarse.

Por entonces yo no sabía qué hacer con mi depresión. Pedí a Dios que me quitara esta atracción, pero nunca se fue. Me sentía incapaz de ser amado. Sentía que nadie me amaba o podía amarme – y no estoy hablando de una relación amorosa-. Estoy hablando del afecto entre amigos. Deseaba hablar con alguien acerca de mi atracción pero nadie me parecía de confianza como para hablar del tema.

Entonces leí un artículo que me cambió la vida. Se llamaba «Gay en Wheaton**».

No podía creer lo que estaba leyendo. El autor se manifestaba abiertamente como gay estando en Wheaton. Le envié un millón de preguntas por correo electrónico, principalmente sobre cómo lo trató la gente cuando se abrió por primera vez. Me respondió que, en su mayor parte, afectuosamente y buscando la manera de apoyarlo.

Por una vez, la posibilidad de abrirme sobre el tema se hizo real. Y esto hizo que comenzara una nueva vida para mí.

Pasando rápido hasta mi último año de la universidad … ahora unas 50 personas saben del tema. Mi vida está llena de amigos cristianos, amistades cercanos y llenas de sentido, amistades con las que puedo ser vulnerable en todos los aspectos de mi homosexualidad. Estas amistades son las que me hicieron creer que podía ser célibe toda mi vida si he de ser siempre gay. Ellos me amarán y vivirán la vida conmigo, y eso es lo que necesito. Sin estas amistades profundamente cristianas mi vida sería extremadamente solitaria y sería muy difícil de creer que Dios no quiere que yo tenga una relación homosexual.

Es por esto que es tan importante para la Iglesia a encontrar la manera de amar de verdad a los gays. Tenemos que demostrar que hay un lugar en nuestras comunidades para que las personas homosexuales puedan sentirse queridas, incluso sin una relación gay.

Pero, como Jordan, sigo siendo gay. De hecho, yo también tuve un fuertísimo enamoramiento de fin de carrera, que no se iría. Cada vez que me encontraba con este chico, se me aceleraba el corazón y era capaz de decir un montón de tonterías. Al igual que Jordan, me sentía culpable cada vez que me sentía atraído por un hombre. Ahora aprendí a reírme de ello – como una especie de » Bien, ahí está el cableado de atracción gay de mi cerebro explotando otra vez» Y, por supuesto, hay momentos en los que cedo en disfrutar mentalmente de esas atracciones, en cuyo caso me arrepiento y pido perdón a Dios. Pero tampoco me quedo en eso ni me hago un gran problema.

Así, se han presentado cosas más grandes. El año pasado empecé a entender los dones con que Dios me ha bendecido y como puedo serle útil para hacer crecer su Reino. Empecé a comprender que podía vivir una vida apasionante a través de mi vocación.

La única razón por la que he llegado a este punto en mi vida – en que puedo vivir en paz conmigo mismo sin pensar en tener una relación gay – es por todas las lágrimas derramadas, los abrazos dados y las alentadoras palabras y verdades dichas por los amigos. Ellos son quienes realmente me han mostrado a Cristo.

Mis próximos mensajes se refieren a cuestiones más prácticas, como lo que significa amar a la gente gay como lo haría Cristo, independientemente de sus creencias acerca de Dios o de la homosexualidad y más allá de si mantienen o no una relación gay.

* Aquí hace referencia no sólo a la iglesia católica sino a los cristianos.

** Colegio cristiano evangélico.

¿Quién eres?

Soy un hombre católico de unos treinta años,  vivo en Nueva Inglaterra (Noreste de EEUU). Me gradué de una universidad católica de humanidades con una licenciatura en literatura. Solía trabajar como profesor, lo que me pareció estimulante, gratificante y totalmente agotador. Ahora trabajo como desarrollador web. Estoy agradecido de tener una carrera que me gusta, e igualmente tener tiempo para actividades más relajadas, como la escritura.

Así que eres gay, o qué?

Podrías decirlo así si quisieras, aunque no me gusta el término y no me identifico con él. Me atraen principalmente y casi exclusivamente los hombres, y ha sido así desde que tenía unos catorce años, pero no salgo con hombres ni tengo relaciones sexuales con ellos; así que ¿dónde me deja esto? Soy un  católico que tiene fé, por lo que una relación amorosa con otro hombre, literalmente, no encaja en mi forma de ver el mundo. Esencialmente no me veo tan diferente  de los heterosexuales, por eso describirme a mi mismo como «gay» no parece encajar bien.

Por otro lado, hablar de «homosexual» suena clínico, «marica» ciertamente no soy yo, y  «hombre que se siente atraído por otros hombres», es engorroso. Por lo tanto, «gay» es una especie de taquigrafía útil, y lo voy a usar de vez en cuando hasta que se nos cruce una palabra mejor. AMS (en inglés SSA, atracción por el mismo sexo) es también un término útil, como en «El tiene AMS» en lugar de «Él es AMS».

 Está bien, pero ¿no puedes por favor usar otra palabra además de «gay»? La gente va a tener una idea equivocada.

 La gente ha cuestionado el hecho que mediante el uso de la misma terminología usada por aquellos que sostienen la opinión de que la homosexualidad es normal, natural, saludable, una súper maravillosa variante sexual de la conducta humana, estoy implícitamente legitimando ese punto de vista.

Esta es una observación válida. En favor y en contra de este punto, sin embargo, está el hecho de que la palabra «gay» es inmediatamente reconocible. Si alguien se preocupa lo suficiente para leer lo que he escrito en el blog,  van a saber lo que pienso al respecto. Y – seamos honestos – «gay» es mucho mejor para fines de los buscadores.

¿Es Steve Gershom tu verdadero nombre?

Nop. Lo inventé para una entrevista que hice hace un tiempo.

¿Por qué no usar tu verdadero nombre?

Es una bendición tener muchos amigos y una familia grande y cariñosa. Mi familia y mis amigos más cercanos ya saben que me siento atraído por los hombres. No veo por qué alguien más puede necesitar saberlo.

 ¿Cómo puedo ponerme en contacto?

Déjame un comentario, o puedes escribirme a Steve-punto-Gershom-arroba-gmail-punto-com. Me encantaría saber de ti. No siempre puedo responder rápido, pero voy a responder siempre.

A modo de inicio

Deseamos que este sitio y los enlaces que hemos colocado hayan de ser de alguna utilidad para quienes tienen atracción por el mismo sexo y creyendo en Dios, buscan cómo compatibilizar ambas situaciones.

En este blog la palabra «gay» se ha de utilizar para identificar a la persona que tiene atracción por el mismo sexo,  sin que implique estar involucrado en una relación amorosa o sexual.

Si aún no lo has hecho te proponems leer «sobre el blog».

Un abrazo.

«Jorge», administrador del sitio.